Un Anciano Robó un Pan Porque Quería Ir Preso. El Juez Lloró al Conocer el Motivo

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Cada día observamos a mucha gente de todas las edades y géneros en la calle que necesita de nuestra mano amiga. Con solo salir afuera podemos comprobar la necesidad que hay en nuestro país, no obstante, por desgracia casi todos seguimos nuestro camino como si nada y aunque somos excelentes para juzgar, ¿acaso te has hecho la pregunta de cuál es la verdadera causa por la que están en esa horrible situación?

Si resulta que no te la has hecho, hazla a Miguel, un anciano de 67 años cuya situación económica lo llevó a actuar de manera errada y por ello el día de hoy está siendo juzgado.

Toda su vida, Miguel estuvo empleado en un almacén. Su trabajo consistía en transportar cajas pesadas durante 11 horas al día, pero obviamente los años no pasan en vano, por lo que al alcanzar la edad de 60 años, le dijeron que se fuera a descansar, por lo que recibió una jubilación mensual de unos miserables 600 pesos.

Como era de esperar, lo que le daban no era suficiente ni para cubrir sus necesidades básicas, y aunque sus hijos tenían la intención de contribuir, después de 7 años de presión y agobio permanente, Miguel decidió hacer algo que sorprendió a todos.

El pobre viejito se dirigió a un supermercado y robó unas pocas latas de atún y una pieza de pan. Segundos después, un vigilante lo agarró por su espalda y al pasar unos instantes donde el caos reinó, llegó la policía, la cual lo detuvo al instante.

El juez que estaba a cargo del caso fijó una fianza de 2,800 pesos, dinero que entre todos los hijos de Miguel pudieron reunir con mucho sacrificio, no obstante, todos se quedaron sin aliento cuando el anciano reveló las razones que lo impulsaron a robar.

“La jubilación que recibo no es suficiente y ya estoy harto de hacer luchar a mis hijos, quienes apenas pueden darle sustento a sus familias. Prefiero que me lleven a la cárcel, pues allá tendré un techo y al menos un plato de frijoles seguro, ya que en mi casa no puedo ni soñar con eso", admitió Miguel.

Luego de que confesó eso, se produjo un silencio sepulcral en todo el recinto, incluso el señor juez no pudo evitar llorar al escuchar las palabras de Miguel.

Don Miguel es tan solo un ejemplo de muchísimas almas honestas que motivadas por la desolación ante las injusticias que existen en este país cometen crímenes con el propósito de ir a la cárcel y asegurarse un plato de comida.

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