La rescatan al límite de morir de hambre: Hannah, la historia de una monstruosa enfermedad
Hannah Koestler, es una joven chica de 22 años, que finalmente ve el lado dulce y hermoso de la vida. A pesar de que por mucho tiempo luchó de manera desmedida para salvar su vida. Hannah estuvo a punto de morir de inanición. Lo más terrible de todo es que era su propia mente la que le ordenaba que dejara de comer.
Desde temprana edad, Hannah sufrió en carne propia las terribles consecuencias de una enfermedad conocida como anorexia nerviosa. Y según ella la causa principal de haber empezado a padecer este trastorno fue la tendencia de su familia a cambiar de casa de manera muy constante. Lo que la llevó a sentirse muy sola y a desear tener un sentimiento de estabilidad.
Hannah es originaria de Australia, pero a lo largo de su vida ha estado en muchos países alrededor del mundo, en los que se incluyen China, Corea del Sur, Estados Unidos y Japón. Y está casi segura de que este estilo de vida inestable fue lo que provocó la enfermedad.
A menudo se esforzaba por hacer nuevas amistades.
Que pudiera llamar duraderas, pero casi siempre le tocaba llegar a un nuevo lugar y volver a sentirse completamente ajena a ellos, así que controlar lo que comía le ayudaba a sentir un poco más de estabilidad en su vida. Inicialmente, dejó de comer solamente comida rápida, pero al pasar el tiempo se propuso reglas extremadamente que incluso llegaron al punto en el que se prohibió ingerir casi todo tipo de alimentos.

De esta manera y cada vez con más rapidez fue perdiendo peso.
Y nunca estaba satisfecha con los resultados. Luego dejó de comer todo tipo de grasas y carbohidratos. Sólo se permitía comer tofu y verduras al vapor. A la edad de 17 años Hannah medía 1,80 metros y pesaba solo 52 kilos. Su rostro tenía un aspecto hundido y se le caía mucho el cabello. Hasta que finalmente, sus padres decidieron buscar ayuda médica.

La recomendación de los especialistas consistió en que cocinaran con más frecuencia y que no la dejaran sola mientras comía.
Sin embargo, esto no les sirvió de nada, pues Hannah se molestaba mucho cuando intentaban obligarla a comer algo que no estaba incluido en su lista de ‘alimentos permitidos’. De hecho en una ocasión le lanzó un plato de pasta a su mamá, solo porque contenía un poco de queso parmesano.

Hannah dice recordar el hecho de esta manera:
"Mi madre hizo todo lo posible por ayudarme, pero yo no se lo permití. Por suerte, ella fue capaz de distinguir entre mi persona y mi enfermedad".

Pese a tantas trabas, Hannah logró ganar algo de peso y graduarse de bachiller.
Su índice de masa corporal (IMC) estaba cerca de los 17 puntos. Cabe destacar que el ICM de un cuerpo sano ronda los 18-24. Sus padres estaban muy aliviados por sus progresos y se habían convencido de que ya era hora de que intentara vivir sola en Australia. Al parecer se estaba comportando como una persona "normal" nuevamente.

Su abuelo que vivía cerca se ofreció a cuidar de Hannah mientras sus padres estaban en Japón.
Pero en cuanto sus padres se marcharon, Hannah una vez más empezó a poner límites a su dieta, pero esta vez fue mucho más lejos, llegó al punto en que todo lo que comía durante el día eran tres galletas de arroz y bebía un vaso de agua.
"Me encontraba tan mal que me pesaba 10 veces al día", dijo Hannah.

Llegó a pesar 27 kilos y debía usar ropa para niños.
Tenía serios problemas de circulación y sus órganos estaban bajo presión. Su abuelo había perdido el contacto con ella por varios días y Hannah ni siquiera le abría la puerta, por lo que decidió llamar una ambulancia. El equipo médico de emergencia derribó la puerta y encontró a Hannah tirada en el suelo. Los médicos quedaron sorprendidos cuando vieron que el esqueleto que habían encontrado seguía con vida.
Hannah sólo recuerda que de repente estaba en un cama del hospital, donde la alimentaban a través de una sonda nasal.
"Los médicos me dijeron que podría haber muerto si me hubieran encontrado unos días más tarde", dice Hannah.

Cinco meses después le dieron de alta en el hospital.
Luego de eso se mudó a una clínica de día donde recibiría tratamiento intensivo. Debía cambiar por completo su relación con la comida. Estuvo visitando la clínica por 10 meses. Allí aprendió qué se siente comer regularmente y cuáles son los nutrientes que el cuerpo necesita para funcionar de manera óptima.
Aunque muy lentamente, Hannah empezó a recuperar peso.
A través de Instagram ha estado documentando su transformación corporal, y escribió:
"Sé que las fotos son demenciales, pero quiero mostrarles a los demás a dónde nos puede llevar esta enfermedad. Y además me recuerdan lo lejos que llegué".
En poco tiempo llegó a contar con 100.000 seguidores...
Muchos de ellos le dedicaron palabras de ánimo y le agradecieron por tener el valor de compartir su historia.

Hannah se ha estado esforzando para llevar una dieta sana con la ayuda de una terapia conductista.
La que se basa en recibir recompensas cuando come bien. Su peso se ha normalizado y ha empezado a disfrutar nuevamente de la comida. Pero esta batalla entre la anorexia y Hannah está lejos de llegar a su fin. Su cuenta de Instagram se llama Prosperous Healthy Life, y en ella publica imágenes y recetas saludables. Se nota que está haciendo un buen trabajo.
Hannah tiene claro que el camino que le espera es bastante largo, pero aun así agradece por todo el apoyo que sus seguidores le han dado y ahora se siente acompañada en este viaje de la vida. No duda que logrará vencer esta enfermedad.
Sus fotos son la prueba de que podemos lograr cualquier cosa cuando contamos con la ayuda de otros.
Hoy en día, parece una chica totalmente diferente y está feliz de poder disfrutar de la vida. Al verla parece increíble que se trate de la misma chica.
Actualmente Hannah está estudiando en Inglaterra donde ahora forma parte del equipo de remo.
"Esconder la verdad no es la solución. La anorexia es una enfermedad terrible. Pero puedes superarla. Sé que no quiero volver a estar como antes", explica Hannah.

Por suerte, ha retomado su camino y continúa ganando peso.
Es una chica estupenda y no dudamos de que le espera un futuro lleno de oportunidades.

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