La lealtad y el amor de este perro hacia su niño autista no conoce de límites.
Desde hace algún tiempo, se ha venido implementando una estrategia novedosa y efectiva para el acompañamiento de cierto tipo de personas, las cuales están limitadas por algún tipo de condición física o enfermedad, la cual consta del entrenamiento de algunas especies animales para brindarles seguridad y apoyo. Hay innumerables estudios que han demostrado lo beneficiosa que resulta la intervención asistida por animales para padecimientos como la ceguera y el autismo.
Con respecto a ésta última enfermedad, existe evidencia que confirma que los lazos desarrollados entre las personas autistas y los animales se caracterizan por ser indestructibles, superando las barreras de las especies; más aún si son niños pues le brindan el afecto y la comprensión que muchos humanos no saben cómo proporcionarles.
El testimonio que veremos a continuación es una prueba fehaciente de ello. Mahe es un perro labrador negro que llegó hace tiempo a la vida de James para aprender a lidiar con sus cada vez más frecuentes crisis de ansiedad. Para la buena fortuna de todo el núcleo familiar, no sólo se logró ésto, sino que además se volvieron los mejores amigos, hasta el punto de volverse inseparables. ¿Lo dudas? Sigue leyendo para entender hasta donde llega el afecto de este animal por su dueño.
Los protagonistas de esta historia son Mahe y su dueño James.
Este perro de asistencia y su pequeño dueño de tan sólo 9 años están dando la vuelta al mundo debido a su entrañable relación de amistad, la cual trasciende todas las expectativa que se pudieran tener al respecto.

James Isaac tiene autismo y sufre frecuentemente de episodios imprevistos.
Debido a ello, sus padres hace poco más de dos años decidieron brindarle una mayor protección. Para ello, optaron por llevar a casa un cachorro que estuviese adiestrado para prestarle todo el apoyo que necesitara en cualquier momento.

Así fue como este perro labrador negro, a quien llamaron Mahe, llegó a la vida de James.
Antes de esto, su propia madre comenta que para la familia era cada vez más complicado llevar una dinámica lo más normal posible, pese a las limitaciones propias que el autismo implica. Hasta en la más simple salida, James era atacado por crisis de ansiedad agudas, las cuales se volvieron tan recurrentes que optaron por limitar su contacto con el resto de las personas.

Gracias al acompañamiento de Mahe, comenzó a verse una seria mejoría en el comportamiento de James.
Él se percibía mucho más tranquilo. Aún con las reservas que su propia condición implican, podían salir en familia a comer o tomar un café, siempre y cuando Mahe estuviese incluido como uno más del grupo.

Por si fuera poco, el afecto es evidentemente mutuo.
No sólo la actitud de James demuestra cuánto quiere al cachorro. Sino que Mahe se ve feliz junto al pequeño, además que no lo desampara bajo ninguna circunstancia.

Ni siquiera estando internado en un hospital lo deja solo.
Si bien es cierto, los perros de asistencia son entrenados precisamente para procurar la seguridad de su dueño en todo momento; de allí que sea importante que las personas a su alrededor estén al tanto de la situación para que puedan cumplir con su tarea sin restricciones innecesarias. Sin embargo, la mayoría de los que conocen a Mahe y James afirman que las atenciones de este perro van mucho más allá de lo que puede enseñarse en cualquier academia de entrenamiento.

La prueba fiel de eso fue hace poco cuando James debió ser internado para un importante chequeo.
El niño estaba teniendo convulsiones con más regularidad, por eso debió ser internado en el Hospital de Niños en Wellington, Nueva Zelanda, para hacerle algunos estudios, incluyendo una resonancia magnética.

Mahe permaneció fielmente al pie de la cama en todo momento.
Obviamente, los médicos estaban al tanto de su situación y por eso lo permitieron hasta donde les fue posible.

A pesar de eso, no deja de ser admirable su fidelidad y entrega.

Con su actitud, Mahe supo ganarse el corazón de todos.
Su presencia le robó sonrisas tanto al personal del hospital como al resto de los pacientes.

Su madre, Michelle, afirma que siente admiración por la amistad que han desarrollado.
“James es capaz de mantener el contacto visual con Mahe, sin embargo le cuesta mucho hacerlo conmigo o con sus hermanos”.

Más que su perro, Mahe es para James un amigo, protector y confidente.

Él confía ciegamente en Mahe.
Para él no es fácil depositar su confianza en otro ser. Sin embargo, el cachorro supo ganársela con creces.

Esperemos que sigan juntos alimentando su relación de amistad por muchos años más.
Definitivamente, tenemos mucho que aprender del comportamiento animal sobre algunos de los valores más importantes como lo son la lealtad y el compañerismo.

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