Así fue la dramática e impresionante vida de César Millán "El encantador de Perros"

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La vida de César Millán no siempre fue un cuento de hadas. Él sabe lo que es tener vida de perro callejero. A sus 21 años este nativo de Culiacán, Sinaloa, cruzó como ilegal a Estados Unidos desde la ciudad de Tijuana, tras varios intentos fallidos de trepar la cerca y ser víctima de acoso por parte de la patrulla fronteriza. “Los policías me detenían y me amenazaban con tirarme en Guatemala. Hubo casi un diluvio en Tijuana. Me tocó ver cómo la corriente arrasó con mujeres embarazadas y ancianos y a los coyotes (quienes pasan ilegales a través de la frontera) parecía no importarles,” reveló Millán.

Tras dos semanas, César fue abordado por un coyote que le cobró US$100, justo lo que tenía en el bolsillo, los ahorros de la vida de su padre. Vivió durante dos meses debajo de una autopista en San Diego, lavaba platos y se alimentaba con dos perros calientes al día que compraba, cada uno, a US$99 centavos. Él creció en una granja, en una casa estrecha de ladrillo y arcilla, con cuatro cuartos y sin agua potable. Acompañaba a su abuelo a conducir por los pastizales a docenas de vacas. “Él me decía: ‘nunca trabajes en contra de la madre naturaleza’.” Los perros de granja no necesitaban entrenamiento u órdenes especiales, su abuelo se mantenía tranquilo y asertivo, como líder de la manada.

Desde niño los perros lo seguían, incluso los perros de los vecinos.

Lo llamaban ‘El chico de los perros’, o ‘El perrero’. Aunque a eso él no le hacía gracia. Quería ser cantante, pero no sabía cantar; o ser actor, pero no sentía que fuera lo suficientemente bien parecido. “Siempre quise ser alguien,” asegura. Cuando vio a Lassie en televisión, César le preguntó a su mamá si podría ser el mejor adiestrador de perros del mundo y ella le dijo: ‘Tú puedes ser lo que quieras ser’. Pero Lassie vivía en EE.UU., así que un día antes de Navidad, se fue con los ahorros que le dio su padre, sin pasaporte y sin idea de lo difícil que sería cruzar la frontera.

Ha logrado una fama mundial que pocos entrenadores pueden darse el lujo de tener.

Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas para César Millán y su vida llegó a su punto más bajo cuando despertó en un hospital psiquiátrico después de haber intentado suicidarse.

Las apariencias engañan y muchos creíamos que la vida de César era cómoda y sencilla.

Por eso resultó extraño saber que este famoso entrenador quiso acabar con su vida.

Con su compañía, César Millan Inc., el encantador de perros había logrado crear un negocio de 100 millones de dólares…

Disfrutaba de su familia, que incluía a su fiel compañero Daddy, un pitbull al que César reconoce como su principal maestro en entrenamiento canino.

Daddy significó mucho para él y para sus hijos.

Sin embargo, la cuesta hacia abajo en la vida de Millan comenzó justamente cuando Daddy murió de cáncer en el 2010.

“Nos enseñó más que un humano, nosotros juzgamos. Él nos enseñó lo que es amar, aceptar, no juzgar y olvidar cosas que te duelen o personas que te han lastimado para vivir el hoy y seguir adelante,” dice. 

Daddy no era suyo sino del rapero Redman.

Después de 10 años de amistad con el canino, Millán le pidió al dueño que se lo cediera y se quedó con el pitbull que se convirtió en su mano derecha, en su guía para enseñar a otros perros. Daddy era de esa especie que él llama razas poderosas, su debilidad; a esta pertenecen Pitbull, Rotweiler, Dóberman y Pastor Alemán. Con él comprobó que la imagen de raza agresiva y asesina es solo mala fama. 

Poco después, su esposa Ilusión le pidió el divorcio a César después de 16 años de matrimonio.

Por si esto no fuera suficiente, también sus hijos creyeron que sus vidas estarían mejor sin él pues lo culpaban del reciente divorcio. El encantador de perros terminó viviendo en casa de uno de sus hermanos. Tras el acuerdo de divorcio tuvo que pagar US$ 400.000 a su exmujer, US$23.000 mensuales para la manutención de ella y US$ 10.000 al mes para sostenimiento de sus hijos. Eso es como quitarle un pelo a un perro de este entrenador que gana al mes US$ 170.000. Pero así como un amor perro casi lo lleva a la muerte, Millán fue salvado por sus amigos cuadrúpedos, pues su trabajo con ellos lo volvió a la vida. 

Le costó dos años salir del agujero negro en el que se sumió.

“Apliqué lo mismo que con los perros: ejercicio, disciplina y afecto,” dice. 

Además del golpe sentimental, César notó que había hecho algunas malas inversiones que estaban mermando su capital.

Todo este torbellino comenzó a afectar el trabajo de César pues como él se sentía inestable, las mascotas de sus clientes dejaron de sentir confianza hacia él y muy pronto hubo una gran distancia entre Millán y los perros que solía entrenar. Un día en casa de su ex esposa, César decidió acabar con su creciente miseria y se bebió un cóctel de pastillas para terminar su vida. 

Pero su vida no terminaría en tragedia.

César sobrevivió y despertó en el pabellón de un hospital psiquiátrico. Supo que su intento había fallado y por eso sintió que aún tenía un propósito que cumplir.

Así que comenzó relativamente desde cero.

Logró tener un nuevo compañero canino, un pitbull cachorro llamado Junior. Se retiró a un nuevo terreno de más de 174 mil metros cuadrados para entrenar perros y cortó relación con su compañía pues cree que las personas involucradas están más interesadas en el dinero que en el servicio.

¿Cuál ha sido la fórmula de Millán contra la depresión?

¡Trabajo duro! Y ahora está de vuelta con una segunda oportunidad para ayudar a las personas con sus mascotas.

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